Entra al bar
y pide un destilado. Cuenta los sombreros que adornan la muralla que tiene
frente a sus ojos. Ya no puede fumar ahí dentro, la ley es rigurosa. Recuerda
que todo pasado fue mejor, muchos amigos, los domingos en la cancha, el sexo seguro. Pero no puede fumar ahí dentro.
Sale a la calle. Fósforos sueltos en el bolsillo. Entra. Pide otro igual. En la
tv pasan una película de acción. Piensa en él mismo, en la no acción de hace
años, en el aroma de una mujer cualquiera.
El espejo de la barra refleja su rostro. Muchas arrugas, mucho bar en la piel.
La niña de la cocina es joven y se incorpora a limpiar unas mesas. Piensa en
ella, la desnuda en dos pestañeadas. No recuerda su última vez. Orines en el
baño.
martes, 28 de octubre de 2014
domingo, 26 de octubre de 2014
Juan XXIII
Cuando
estaba en el colegio nunca escribí un poema
Parece que
nunca escribí nada
Me sabía
muchas canciones, sí
Pero ninguna
mía
Había que
darle a los balones
Al sudor desenfrenado
Todo era cancha
aunque nunca fui canchero
Cuando
estaba en el colegio nunca pensé en mi futuro
Ni el
próximo recreo
Jamás
ejercité la visión del profeta
Los anhelos
estaban anegados por la realidad
No había
imaginación
Cuando
estaba en el colegio nunca me sentí desorientado
Todos mis
sentidos estaban cohesionados sobre mis pies
-Las
proyecciones no tienen nada que ver con el sentido Kinestésico-
Por lo demás
tampoco jugué a los juegos de azar
Sabía que
las cosas vendrían
A su tiempo
Con sus propias
características
Cuando
estaba en el colegio nunca toque la guitarra
La miraba de
lejos
Con la
distancia del horizonte
La verdad,
nunca quise tocarla
Bueno…
Siego en el
colegio
Más tarde
entro a mi curso
Jefatura
Segundo
medio
Consejo de
curso orientación
Grado Magister
Sueño v/s Sueño
Yo soñé
pocas veces en mis noches
Y el sueño
llegaba lento casi por obligación
Yo soñé con
ese hombre
Semidesnudo
Que se
escondía en la esquina de mi habitación
Dentro de un
cubo
Vestido
con cadenas que envolvían su delgadez
Encarcelado
en esa esquina
Como una
rata humana privada de libertad
Atada a la parte posterior de mi hipotálamo
Así
Mediante el sueño
Conocí lo
que era el miedo
Después
soñaba para quedar dormido
Para el
descanso necesario
En sueños de
princesas que besaban mis garabatos
Ensueños
idílicos que proyectaban mi egoísmo
Finales
felices para acceder al dulce reposo
Hasta la
legaña del mañana
Hasta la
conciencia del amanecer
El presente
no requiere sueños
Ni
planificaciones hacia mejoras
El insomnio
amigo me abraza en sus visitas
Me ha
enseñado a no temerle
Y cuando se
requiere descanso
(de parpados cerrados)
Automáticamente caigo en las sombras de la nada
Hasta la
legaña del mañana
Hasta la luz
De un nuevo
Desayuno
lunes, 20 de octubre de 2014
La Coincidencia
Cuando
entramos la habitación esta estaba en
silencio, deshabitada, los dos lechos de
plaza y media con sus cubrecamas impecablemente blancos y un gran cojín con
bordados dorados, la típica mesilla con ruedas que se manipula a antojo y que
sirve tanto para escribir como para comer, la puerta del baño justo en la mitad
del recinto y el biombo respectivo que divide y propicia una seudoprivacidad.
Nos dijeron que teníamos suerte ya que por lo general en este tipo de servicios
una de las dos camas está ocupada por
otro cliente, o podría ser que llegue en
cualquier momento, así que cruzábamos los dedos para poder disfrutar de una privacidad absoluta y esperábamos a que no llegue nadie… Una
habitación para ellas solas, una maravilla.
El
parto había sido normal, todo bien, todo cómodo, nuestra hija en nuestros
brazos, las enfermeras a disposición de la madre e hija y, naturalmente para la
vista y regocijo del padre - las coquetas enfermeras enferman a cualquiera-. Las
dependencias de la habitación clínica estupenda, me sentía un abc uno, caminaba
erguido por los pasillos para comprar café o alguna tontera, algún “tente en
pié. Las visitas empezaron a llegar… se
abalanzaban como es de costumbre en
estos tipos de acontecimientos… Todos con regalos, todos compitiendo por el
mejor presente. La visible felicidad de nuestros padres, hermanos y amigos,
todos con sus particulares sermones y
consejos filosófico-matemáticos…todos
opinaban y bendecían. El celular no paraba de sonar, me sentía un protagonista,
el principal, la felicidad estaba ahí; una niñita hermosa decían todos, yo
objetaba con cariño: “las guaguas no son muy agraciadas que digamos al nacer,
después sí que toman forma y se destacan, bueno no todas…”. Era
nuestro primer hijo, no sabíamos que…
Pesaba
el mes de mayo, yo estaba trabajando en dos colegios y por fin con horario casi
completo, eso significa, claro está, que las lucas mejoraban en comparación a
los años anteriores, aunque en esta
profesión el dinero es un tema limitado. Ella, la
madre de la maravilla, siempre ganó más dinero que yo, eso hasta ahora,
bien por ella y por sus tarjetas de crédito. Ese día, lo recuerdo perfectamente,
me llamó al celular el director del colegio donde trabajaba con agrado -el otro
colegio, un establecimiento que se jactaba del catolicismo, la solidaridad y la
moral pero, paradójicamente los
trabajadores despotricábamos a diario… un
típico caso de cinismo institucional exacerbado- y me dice que tiene que entrevistarse
urgentemente conmigo, a la brevedad, ahora mismo. A mí me sonó raro el asunto,
él sabía que estaba en la clínica por el tema del nacimiento y que me llamara a
una “entrevista” era, a lo menos, sospechoso. Me puse los pantalones y con voz
de padre de familia le dije que era imposible que fuese al colegio, que me tomé
los días que la ley da para estos casos
y punto, se acabó, me quedo en la clínica… No le quedó otra opción que decirme
la verdad, y la verdad era que no había ninguna entrevista, los colegas profesores
habían organizado una convivencia o vituperio donde se entregan regalos a los bebes que nacen, se
come y se bebe alguna bebida simpática, baby shower le denominan, una mierda de
ejercicio pero que a fin de cuentas se agradece por los obsequios. En el colegio
este tipo de acciones ya es una costumbre institucionalizada y nótese que es
un colegio laico, pagano dirían muchos;
en el otro colegio, el de la religión, moral y de las buenas costumbres
incluso miraron con recelo el que me
haya tomado los días legales para acompañar a la familia y hacer los trámites, que me correspondían legalmente por
cierto...de regalos nada…..ah, sí,
alguna sonrisa falsa.
Esa
tarde tomé el auto rumbo al colegio a buscar regalitos. La sensación era
extraña, pasaban por mi cráneo muchas imágenes y pensamientos disímiles, el
sentido de la paternidad me estaba llegando desde las alturas y causaba
sensaciones únicas pero que me impartían cierto temor, un temor dispuesto a asumir con agrado, con
asombro y cierta ansia. Me preguntaba
–aun lo hago y a menudo- quien era esta niña que aparecía en mi vida, quien era
esta criatura con el título de “mi hija”
y que no pude nunca imaginar tener, menos
su rostro o su risa, no me daba la imaginación para tal ejercicio visionario,
que cosas hará, que talento trae….Impresionante sentir esas cosas, inimaginable
e inmensurable sensación.
En
el colegio la cosa fue más o menos prevista,-creo
haber participado en un evento similar el año anterior- las felicitaciones,
abrazos, consejos, cuanto pesó, cuanto midió…. latas y más latas de palabras
con sonrisas que uno nunca sabe si son parte del profesionalismo del colega o
una actuación del mismo. Se formó un circulo, todos sentados en una silla
mirándonos entre sí, el vaso de plástico en la mano y en la boca
siempre, o con maní o queque. Y se procede a lo
simpático, siempre guiados por el “animador”… a jugar, a cualquier
tontera que este decida… Me consolaban los regalos que estaban en una mesa
todos apilados, eran varios, la espera valía la pena.
Me
devolví al hospital reconfortado y de cierta manera sorprendido por la cantidad
de regalos entregados por los colegas, ahí entendí que mis prejuicios son una
cosa crónica y siempre desmesurada, y que yo, en el lugar de ellos, hubiese
gastado mucho menos dinero en el presente.
Cuando llegué a la habitación estaba mi mujer
acostada con la niña en brazos tratando
de darle pecho. Entro, y me mira con
cierta inquietud y apunta con su mirada haciendo un leve giro del cuello y una mueca
con los labios hacia donde se
ubicaba el biombo, ahí entendí lo me decía… escuché voces… habían llegado los vecinos.
Fin de la privacidad. Yo venía con muchas bolsas con regalos así que la
impresión de ella al verme fue de sumo
agrado y de alguna manera menguó, por lo menos por un rato, el término de la privacidad en la
habitación. En un momento llegué a pensar que podríamos estar solos y que no llegaría
nadie. Pero nunca imaginé que las coincidencias llegaran a tanto.
Siempre
he sostenido que los acontecimientos, por buenos, malos, feos, tristes,
trágicos, patéticos o fomes pasan por algo, por algo que tendrá
significancia o quizás no tanto, pero que a fin de cuantas está determinando
algún detalle o protagonismo de algún momento a posterior. Las cosas al azar -
o simple suerte o compleja mala suerte - no me dan una respuesta lógica a todo
lo que puede llegar a significar una
situación “fortuita”. Esa tarde cuando iba en el auto en dirección a la clínica
con los regalos, apareció una reflexión que me acompaña desde pequeño, que
tiene que ver con situaciones idénticas
que pasan al mismo tiempo, por ejemplo: recuerdo haber pensado, en más
de una ocasión, mientras estaba en el baño haciendo alguna necesidad
fisiológica, cuantas personas al igual que yo están en este instante haciendo
lo mismo; o en el momento de una exquisita acción sexual y en pleno éxtasis
orgásmico, cuantos seres humanos estarán en este preciso instante en el mismo
éxtasis … me intriga ,no sé por qué
motivos, ese tipo de voyerismo coincidente y paralelo.
Escuché
voces…le pregunté a mi señora a qué hora habían llegado y me respondió que hace
como dos horas, que tenía pinta de
simpática la niña, que había llegado con la mamá y con una niña que presentaba un claro síndrome que
no sabía cuál sería (por la apariencia física, argumentó) y que había escuchado
que esperaba por una cesaría, me dijo. Yo desde el lugar de la cama donde me había sentado solo podía ver la parte
posterior de un hombro y el brazo de, al parecer, la madre de la compañera de
habitación. El biombo no lograba separar los dos ambientes del todo. En el baby
shawer del colegio tomé bastante bebida así que venía con unas ganas inmensas
de mear, me levanté de la cama y le pasé un par de regalos que tenía en una de
las bolsas para que los abriera y le dije que iba a mear, que no me aguantaba
más. El baño estaba casi justo al medio de la pieza más cargado hacia el lado
de la vecina, doy dos pasos hacia mi
objetivo urinario y quedo frente a la cama de la vecina. Hola le tuve que decir
a ella, a la madre y a la hermana, que estaba sirviéndose un vaso de agua mineral en la mesa móvil y lo
botó al verme… Me puse colorado, nervioso y me sentí confuso, pude percibir
claramente el asombro de las tres mujeres, la única que saludó fue la madre, la
hija chica no dijo ni pío, la vecina de la habitación tampoco saludó, pero su
cara se desfiguró.
Habíamos
pololeado casi tres años -también era su primer hijo-. Nos conocimos en
la universidad y lo pasamos bien hasta que todo se pudrió debido a mi extrema y
brutal sinceridad, yo creía que en las
relaciones de pareja no podían haber secretos y que el perdón existía como existen las aves o como viven las
mentiras entre nosotros. Pero ni perdón ni nada, me golpeo ese día tras la
confesión, lo recuerdo clarito y con lujo de detalles. Estábamos hablando en
las escaleras de las cachas del Alejo Barrios y yo le salgo con la confidencia.
Me gritó mentiroso, bastardo, infame, que estaba inventando todo porque quería
terminar con ella y no encontraba mejor excusa que inventar una historia…. me lanza la primera cachetada. Que no me
podía creer, que era un poco hombre un mentiroso….me pega otra más fuerte… Lloraba
desesperada, fueron unas cuatro o cinco bofeteadas a pleno rostro, quede tres
días con las mejillas rojas…se las traía la chiquilla. Anduve tras ella meses
tratando de reconquistarla, pidiéndole
perdón, que el amor existe y que se puede perdonar…. claro, para mí era
fácil, yo no tenía que perdonar nada, y bueno, las cacheteadas estaban saldadas… bien pegadas. Ella se metió con varios
muchachos de la universidad a posterior y se paseaba irónica por pasillos y bares de
la mano, más cuando me veía pasar…. Entré en una oscura depresión.
Ese
día y el posterior fueron extrañamente chistosos en la estadía de la clínica,
tuve que saludar a muchos personajes familiares y amigos de ella, que naturalmente conocí - fueron casi tres años -. Me reconocían y me saludaban extrañados, asumo que tenían
que haber pensar algo así al verme en la clínica: “este loco que hace acá…”, “como
es que se atreve a venir al parto de….si ya pasaron años”. Yo los saludaba a
todos, orgulloso y canchero, con mi hija en brazos, paseándome de lado a lado
en la habitación, haciéndole “cuchucuchu”, porque claro está, es cosa de buen
gusto, mi hija es mucho más bella que la de ella… y se acabó.
miércoles, 8 de octubre de 2014
Señales oportunidades lo mismo
“lomismo”.
Todo caga todo es
abono.
Círculos
Triángulos
Cuadrados
NoLos
Mi nuevo nombre.
Nuevos planes… idénticas estrategias.
Pareciera que soy un inconsciente
Desde aquella caída de la larga escalera
Pareciera que la profecía se encarnó
Como aquella uña, la principal
No la más sucia
ni la más contaminada
…la principal.
Pasemos a los planes
a las estrategias
para remediar lo del
otro día
Sabemos de antemano no son nuevas
Por el contrario, parecidas.
Sin embargo la canción
no tendrá la misma melodía
Para eso pecamos de imaginería.
Y si bien todo caga, todo es abono
Yo continúo dándome
vueltas en lo mismo
Y aunque “lomismo” no es la enfermedad del lomo
Como lo sostenía el hermano de mi amigo
Lomismo siempre será lo mismo
aunque usted me contradiga.
jueves, 2 de octubre de 2014
El
pacto es de sangre
De
tinto de paladar
Acá
no caben las hadas ni la sangre azul
El
pacto es real… con espadas
Con
el galope ventricular
Tic
tac tic tac tic tac
Afuera, se escuchan muchas risas
Y
el soniquete de los motores de la noche
cantan igual que la semana pesada
…eso
siempre será así y está bien
Pero
el pacto es real
Como
el aroma
Como el temor del matadero
El
juez...
El
verdugo...
El
cordero...
El
pacto es real
Como
tu periodo
Al
rojo vivo.
El que pierde paga
El
que pierde paga.
Dicen
que hay que saber de geometría, los ángulos, segmentos, rectas, triángulos
equiláteros e isósceles y cuanta cuestión más asociada a esta rectangular rama de
las matemáticas. De que desarrolla la motricidad fina tampoco hay duda alguna.
Se han escrito cosas tales como que permitió el
descubrimiento de “las trayectorias parabólicas por ataque no horizontal”, por
ejemplo, una cosa de locos… Pero este deporte de precisión no está bien
evaluado por la población en general, por lo menos en estas latitudes de la
vida, por el contrario, está asociado a personalidades desocupadas, carentes de
responsabilidades y con mucho tiempo libre. Bueno, podría ser, ahora, ¿ hay
algo de malo en tener tiempo “libre”?
! Envidiosos y esclavos moralistas: vamos a jugar
pool ¡
A mí me enseñó a jugar un tío, un profesional
bien evaluado, y nada que él tiene tanto tiempo libre ni ocho y cuartos, como
para que se le tilde de algo…El tiempo libre, el ocio, esos momentos
que permiten salir a matar moscas o comerse los mocos, por ejemplo, son
una necesidad de primer orden, de lo contrario no estarías leyendo esto….
imagínate lo que diría un filosofo al respecto, aunque fuese el menor de todos.
Villa
Alemana, que es el lugar donde he existido siempre, es una ciudad dormitorio de
gente que trabaja principalmente en lugares aledaños, menos en la misma ciudad,
bueno por algo se le denomina ciudad dormitorio. Territorio situado en el valle
del Aconcagua, donde las planicies están rodeadas de no tan altos cerros que
nos observan a diario y dan cuenta de un paisaje familiar y sereno. La cuidad
nunca presentó panoramas atractivos donde ocupar los tiempos libres, había una
pista de patinaje que desapareció gracias al desarrollo, las canchas de futbol
también sufrieron, gracias a los créditos hipotecarios, el teatro estuvo
cerrado por años y los pubs brillaban por su decadencia. Así que había que
buscárselas… el pool entraba como mierda en el wáter tras este acotado coctel de
posibilidades. Así que nos hicimos asiduos al pool, digo nos hicimos porque
fuimos varios, conocí a bastante gente ahí.
Había varios modalidades de jugarlo que dependían
de la experticia de los duelistas, la
que practicábamos los más atrevidos y
aventajados, era la Porteña, modalidad
proveniente naturalmente de donde usted imagina, en donde la capacidad de dirigir la
bola blanca era determinante a la hora
de sacar ventajas en el juego ,y por otro lado, contrarrestaba a lo que por ejemplo sucede en
la variante Color, donde el azar o suerte (raja en muchos casos) puede ser
determinante hacia el triunfo o la
derrota . La derrota implicaba pagar la mesa, el famoso Pierde Paga, claro,
como en la vida, el que pierde….paga.
Así que continuaremos jugando a este atractivo y
mal visto deporte, pero ahora sin mesa, sin bolas, menos tacos ni tiza… Jugaremos a la compleja
Porteña, en el trabajo, en la familia, en las plazas y las avenidas. A mover la
blanca señores a dirigir su trayectoria, a dejar el azar de lado… Vivan las
matemáticas y la geometría, que se muera el lenguaje y la poesía.
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