martes, 28 de octubre de 2014

Perdedores hermosos

Entra al bar y pide un destilado. Cuenta los sombreros que adornan la muralla que tiene frente a sus ojos. Ya no puede fumar ahí dentro, la ley es rigurosa. Recuerda que todo pasado fue mejor, muchos amigos, los domingos en la cancha, el  sexo seguro. Pero no puede fumar ahí dentro. Sale a la calle. Fósforos sueltos en el bolsillo. Entra. Pide otro igual. En la tv pasan una película de acción. Piensa en él mismo, en la no acción de hace años, en el aroma de  una mujer cualquiera. El espejo de la barra refleja su rostro. Muchas arrugas, mucho bar en la piel. La niña de la cocina es joven y se incorpora a limpiar unas mesas. Piensa en ella, la desnuda en dos pestañeadas. No recuerda su última vez. Orines en el baño.

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